miércoles, 24 de diciembre de 2008

* ESPAÑA CONSTITUCIONAL (III)-CONSTITUCIÓN DE 1978-REFORMAS *






" 1975-2000: Un período dorado de la Historia de España ".
John Elliott.
Historiador-Hispanista Británico.


Hace 30 años el pueblo español aprobó una Constitución que ha servido bien al país y ha dado lugar a uno de los periodos políticamente más estables y económicamente más prósperos.
El gran historiador británico John Elliott llama a los años 1975-2000 un “periodo dorado de la Historia de España”, pero en su opinión con la que coincido, “los últimos ochos años han visto como caían sombras sobre lo que durante un cuarto de siglo había parecido un paisaje cada vez más soleado”, y continua "Estas sombras incluyen la polarización política, la reaparición del dogmatismo, y los localismos y nacionalismos de estrechas miras contrapuesto con la creciente interdependencia de la comunidad global".



En los dos Artículos anteriores he comentado la evolución constitucional española,
http://desdelcentro.blogspot.com/2008/12/espaa-constitucional-i-evolucin.html ,
y la elaboración y desarrollo de la vigente Constitución de la Concordia de 1978,
http://desdelcentro.blogspot.com/2008/12/espaa-constitucional-iiconstitucin-de.html ,
para en este último reflexionar, entre otras cuestiones, sobre posibles reformas de la misma.


REFORMA CONSTITUCIONAL. MECANISMOS.


El Título X -artículos 166 a 169- hace referencia a la posibilidad de reformar la Constitución, es decir, ella misma se autoregula y autolimita: según el artículo 166, la iniciativa de la reforma se ejercerá en los términos previstos en los apartados 1, 2 y 3 del artículo 87, que se concede al Gobierno, al Congreso y al Senado, a las Asambleas de las Comunidades Autónomas mediante proyectos de ley elevados al Gobierno o a la Mesa del Congreso, y también a la iniciativa popular presentando no menos de medio millón de firmas.


En el artículo 167 se recogen los aspectos cuantitativos y cualitativos:

El apartado 1 indica que los citados proyectos deberán ser aprobados por una mayoría de tres quintos, de cada una de las Cámaras, formando una Comisión paritaria si no hubiese acuerdo entre aquellas.
Y, si no obstante no se aprobara en la forma anterior, el apartado 2 indica que, previo voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, el Congreso debe ratificarla con una mayoría de dos tercios.

Y, según el apartado 3, aprobada la reforma por las Cortes será sometida a Referéndum para su ratificación,

El artículo 168 se redacta en términos similares al anterior, pero para casos tales como la revisión total, o parciales de determinados Títulos.


REFORMA CONSTITUCIONAL. SUGERENCIAS.

Vemos por tanto que el proceso de reforma aunque complejo es posible, si bien dicha petición debe hacerse prudentamente y, sobretodo, concretada, razonada y consensuada.
En ese sentido, debemos plantearnos si la necesidad de reforma es verdaderamente sentida o se trata de un problema abstracto, qué es lo que se quiere reformar, y si estamos ante un debate libre y sin coacciones políticas, territoriales o terroristas.

Indicamos la siguiente reflexión de Luis Mª Ansón: "Cedieron todos los Presidentes de la democracia, alguno con reservas, y ha cedido Zapatero: se mantuvieron airosos si la mayoría absoluta les respaldaba, y cuando no fue así se sometieron todos al chantaje nacionalista, tanto en la investidura como en la aprobación de los Presupuestos Generales. Se ha transferido mucho más de lo que la unidad de España permitía y no hay muestras de que se piense rectificar. Estamos en el camino hacia la secesión: o se reforma la Constitución y se cierran las transferencias o el horizonte permanecerá enlodado ".

Coincido con lo anterior y en la urgente reforma del Título VIII sobre la Organización Territorial del Estado y sus transferencias, acompañada de modificaciones precisas de la Ley electoral, más representativa, de listas abiertas y no bloqueadas, elección a veces en 2ª vuelta y/o mayoritaria como por ejemplo en los Municipios.

Dificultar que los nacionalismos tengan acceso a las Cámaras nacionales, como en los Parlamentos de nuestro entorno, para que grupos muy minoritatios, insolidarios e independentistas puedan dedicir el devenir de la nación.

Acabar con la ley semisálica de acceso a la Corona, por orden de nacimiento y no por sexo,

Reformar el Senado para constituir una verdadera Cámara de representación territorial de las Comunidades Autónomas, donde prevalezcan los principios de unidad, igualdad y solidaridad.

Que el término y sentido de "Nación" no sea discutido ni discutible,...

Existen diversos informes, entre ellos el del Consejo de Estado que con gran autoridad y conocimiento recomiendan diferentes reformas, además de las citadas, pero es fundamental e imprescindible el acuerdo y consenso de los dos partidos mayoritarios -PSOE y PP- como en los tiempos de la Transición, a los que se irían sumando otros.

UNIÓN EUROPEA Y GLOBALIZACIÓN.

Es obligado aludir al papel del Estado, de sus Comunidades Autónomas y aún de las Entidades Locales, en el proceso de construcción europeo.

Aunque hoy día en Europa se está produciendo un desplazamiento del poder y de la capacidad de toma de decisiones al ámbito municipal, no se puede olvidar que la nueva realidad transnacional europea ha generado un nuevo centralismo: un funcionamiento institucional de la Unión Europea (UE) que, en el futuro y más aún dotada de su "Constitución", podrá modificar muchos de los actuales planteamientos.

Ya casi conseguida la Unión socio-económica, podría llegarse a la Unión política con planteamientos iniciales confederales, que se irían "federalizando" y modificarían las actuales estructuras organizativo-territoriales, también por efecto de la denominada globalización.

CONCLUSIONES.

La Constitución de la Concordia, de 1978, representa el origen y el desarrollo democrático español en todos sus aspectos, político, social, económico, cultural y autonómico, y su larga vigencia y convivencia lo refrenda.

Con, y através de ella, se ha ido forjando un Estado democrático, libre, nuevo, moderno, progresista y europeo.

Parecen convenientes ciertas reformas, ya indicadas, pero de manera prudente, concretada y consensuada, sobretodo por los dos partidos mayoritarios.

Todos, y en particular los más jóvenes, debemos velar por la defensa de la Constitución y sus libertades, erradicando para siempre los muchos períodos indeseables de nuestra historia.

Tal vez los jóvenes no tengan un gran conocimiento de la Constitución, pero si conservan un profundo respeto y sentimiento hacia ella, y los valores democráticos que preserva.

http://es.wikipedia.org/wiki/Constituci%C3%B3n_espa%C3%B1ola_de_1978

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin un conocimiento profundo de los entresijos políticos en que probablemente se asienta cuanto vemos y oímos, me permito expresar mi acuerdo con las palabras de Luis Mª Ansón, y suscribir las reformas constitucionales que propones, Antonio.

Incluso, teniendo en cuenta el devenir de las últimas decisiones adoptadas de más alcance, probablemente, que el supuesto por la mayoría de los españoles (como el Estatut, por ejemplo), me atrevería incluso a pensar que acometer esas modificaciones es perentorio y conviene ponerse manos a la obra mejor antes que después: sin prisa, sí, pero YA y sin pausa.

Una de las razones que me impulsan a pensar así es precisamente el movimiento acelerado que está condicionando un reforzamiento de aquellas fuerzas centrípetas que ahora ya no sólo tensan la cuerda, sino que de un modo palmario y manifiesto generan una clara elongación en ella, con asimetrías resultantes en la trayectoria de lo que mueven, difíciles de comprender para quienes no viven en autonomías “de primera especial”.

O reforzamos ese cabo mientras esté hecho de una pieza o las medidas para pegarlo una vez roto (si resultase viable, con una inconsistencia más que previsible) tal vez sean de naturaleza más militar que política y eso, no parece demasiado positivo ni para aquellas autonomías con veleidades independentistas, ni para el resto de España. No sé si podría recaer algún beneficio sobre terceros en un paisaje como el esbozado.

Y es que el argumento que se está presentando para demorar unos cambios que, obviamente, en algún momento habrá que adoptar, son la inestabilidad y las turbulencias de estos tiempos en cuanto a la reciente consecución de objetivos semisecesionistas, descrédito mediático de la monarquía, sentencias judiciales al menos “aparentemente” blandas contra acciones vandálicas de repulsa a instituciones constitucionales, etc. Se habla, tal vez con razón, del peligro de “abrir el melón de las reformas constitucionales”.

Sin embargo, mi pregunta es si, precisamente en virtud de la paulatina pero innegable crecida del río en que estamos tratando de no perecer, ALGUIEN PUEDE GARANTIZARNOS QUE EN UN FUTURO PRÓXIMO ESAS TENDENCIAS VAN A APLACARSE POR SÍ MISMAS Y LAS AGUAS VOLVERÁN A SU CAUCE. O sea, si las probabilidades de que la apertura de ese “melón” sea más arriesgada hoy o dentro de, por establecer un plazo, ocho años.

En ese sentido me siento bastante pesimista: hay poderosos intereses por doquier (evidentemente los de los nacionalistas y, tal vez, otros no perceptibles a primera vista y que podrían incluso encontrarse más allá de nuestras fronteras). En cualquier caso, esa aceleración angular, al menos desde 1978 hasta hoy, de la que hablaba antes es un hecho y tal vez puede constituirse como prueba empírica de según qué otros movimientos, algunos posiblemente difíciles de registrar y “objetivar” directamente. Y ni esas presiones ni sus resultados van a menos; más bien todo lo contrario, avanzan conforme a un patrón de claro carácter autoprogresivo que se está materializando ya en hechos contundentes y tangibles.

Con la escasez de datos a la que me refería al comienzo sobre los recovecos políticos de hoy pero ante los terribles episodios pasados muy poco deseables para nosotros o para nuestros hijos, sólo puedo afirmar que no sé muy bien a qué estamos esperando.

A un pobre ignorante en materia política como yo no sé si le resulta más descorazonador o más desconcertante el hecho de que nuestros máximos responsables de los dos partidos mayoritarios se hayan expresado hace aproximadamente un mes en términos tan similares a la hora de hablar sobre posibles reformas constitucionales: en ambos casos, sendas cabezas pensantes y visibles se han decantado públicamente por aplazarlas sine die.

En ese mar de turbación en que a duras penas nado y apenas puedo revolverme, se me ocurre pensar que ya podían ponerse de acuerdo en otras cosillas sin importancia como la educación, el terrorismo, la inmigración, la política territorial… Pero no. Coinciden casi al milímetro y poco menos que se hermanan cariñosamente para demorar una reforma constitucional parcial hoy más necesaria que ayer pero menos que mañana, a la espera de algo que no sé muy bien qué es. ¿Qué se jubilen los actuales líderes políticos de PP y PSOE y quede la “patata caliente” para quienes lleguen después? ¿Qué fallezca nuestro Monarca, tal vez? ¿Que los sombríos nubarrones que amenazan una estabilidad democrática y luminosa sin precedentes en España se tornen más negros y tumultuosos entonces o en algún momento posterior?

Y esta es otra sólida razón que me hace pensar en que la dilación de ese proceso, o al menos en su puesta en marcha, no es justificable: si por modificaciones en las condiciones socioculturales del país desde hace tres décadas hasta el presente se estima argumentadamente la necesidad de cambios achacables al transcurrir del tiempo, no parece descabellado pensar que la necesidad de ajustes o alteraciones drásticas se hará más urgente e ineludible cuantos más años se sucedan, a menos que alguien espere una involución en, por ejemplo, el papel de la mujer en nuestra sociedad. O sea, que dentro de diez años, todos estaremos de acuerdo en que si la Infanta Dña. Leonor tiene un hermano menor, debería olvidarse de suceder a su padre en la Corona en favor del nuevo Infante, para atender, como no podría ser de otro modo en ese contexto surrealista, las tareas que al ser mujer le corresponderían: las domésticas y la servidumbre para el merecido descanso del guerrero. Considerando que tal conjetura no raya, sino que se adentra profundamente en lo peregrino, se me hace aún mucho más inasequible al entendimiento la curiosa concordancia de género, número y persona en las tan bien avenidas declaraciones al respecto de nuestros líderes: mucho mejor más allá; hoy no, que no toca. Sin embargo, los mismos personajes son incapaces de fijar unos criterios educativos estables para evitar los desmanes de los cambios sobrevenidos en función del signo del gobierno. Curioso.

A tenor del flujo de noticias que se leen de un tiempo a esta parte (aún ayer, aunque alguien pueda considerarlo como anécdota pintoresca, se lanzaron a la calle miles de almas en el País Vasco clamando por una selección nacional de fútbol propia) mucho me temo que el tiempo no corre a nuestro favor. Y el referente de “nuestro”, por si alguien albergase dudas en este sentido, es el de la inmensa mayoría de ciudadanos que hemos recorrido total o parcialmente nuestro periplo vital en un país llamado España, libre, democrático y cohesionado por un marco legal y ético definido en la Constitución de 1978.

Abramos ya ese melón y administrémoslo con prudencia y sabiduría para que otros no pretendan reventarnos muchos más en nuestras narices, en nuestra convivencia, y en nuestro progreso, al menos, no con la impunidad y la alegría que el propio sistema (al que tanto odian) les tolera sin apenas rechistar. Hoy no debe de ser muy buen día para ello, bien. Convengamos en que no. ¿Acaso mañana será mejor? Lo dudo.

Españolito que al mundo vino.

Anónimo dijo...

Fe de erratas:

Las fuerzas aludidas en mi comentario anterior no son centrípetas, sino muy al contrario, centrífugas, como el lector habrá podido suponer.

Como algún joven alumno de la New Wave razonaría creativa, imaginativa y emotivamente, se ve que a la Física, que debería ocuparse de otros asuntos más importantes como es su obligación, de vez en cuando le da por tenderme trampas nocturnas para disgusto mío y desconcierto de quien lea.

Un saludo,
Españolito que al mundo vino.